Los relojes Girard-Perregaux tienen sus orígenes en 1791 en la relojera ciudad de Ginebra, Suiza, cuando Jean-François Bautte, un joven relojero, fabricó su primer reloj. Reconocido por su habilidad excepcional, Bautte rápidamente se destacó en la creación de relojes ultradelgados y con un diseño elegante, convirtiéndose en un referente de la alta relojería suiza.
Nacimiento de la marca Girard-Perregaux
En 1852, Constant Girard fundó Girard & Cie, una manufactura que más tarde se unió a la firma de su esposa, Marie Perregaux, dando lugar al nombre Girard-Perregaux en 1856. Esta unión marcó el inicio de una de las marcas más prestigiosas en la historia de la relojería, consolidándose por su enfoque en la innovación y la excelencia artesanal.
Innovaciones y prestigio internacional
Girard-Perregaux se destacó rápidamente por sus innovaciones técnicas y su diseño distintivo:
- En 1889, la marca ganó una medalla de oro en la Exposición Universal de París por su famoso Tourbillon con Tres Puentes de Oro, un movimiento que combinaba precisión técnica y una estética inigualable. Este diseño se convirtió en un símbolo icónico de la marca.
- En 1965, Girard-Perregaux introdujo el primer reloj con un movimiento de alta frecuencia de 36,000 alternancias por hora, mejorando significativamente la precisión de los relojes mecánicos.
Compromiso con la alta relojería
A lo largo de su historia, Girard-Perregaux ha mantenido su enfoque en la innovación técnica y el diseño refinado. Sus colecciones, como el Laureato y el Bridges, son ejemplos de su capacidad para combinar tradición con modernidad. Además, la marca sigue produciendo la mayoría de sus movimientos internamente, asegurando el más alto nivel de calidad y autenticidad.
Hoy en día, Girard-Perregaux es sinónimo de lujo, artesanía y precisión, manteniéndose como uno de los nombres más ilustres en la alta relojería suiza.
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